Te amo por ceja, por cabello,
te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes
de la luz,
te discuto a cada nombre,
te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas
de relámpago y cintas
que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma,
que seas precisamente
lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua,
y los leones cuando
se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos,
esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Toda mañana es la pizarra donde te
invento y te dibujo,
pronto a borrarte,
así no eres,
ni tampoco con ese pelo lacio,
esa sonrisa.
Busco tu suma,
el borde de la copa donde
el vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un
hombre
en una galería de museo.
Además, te quiero, y hace tiempo y frío.
-c. abril de 2020
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